Producción de Conocimiento en las Relaciones Internacionales: Inclusión de las Narrativas de América Latina
Autora: María de los Ángeles Riedel Martínez
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Estudiante de Relaciones Internacionales y Ciencia Política, miembro del grupo CERI - Universidad del Norte
RESUMEN: Este artículo busca examinar la prevalencia de las narrativas de los países occidentales poderosos en la construcción de las Relaciones Internacionales como disciplina. Por lo tanto, se analiza el carácter etnocéntrico y eurocéntrico de los estudios internacionales que han legitimado las relaciones de dominación sobre los países del Sur global. De forma similar, el artículo reconoce que existen iniciativas por parte de los teóricos de los países en desarrollo del Sur para ser incluidos de forma efectiva en la vasta literatura de las RRII. Simultáneamente, se hace un llamado a la descolonización de la disciplina y a la integración de colectivos sistemáticamente marginalizados mediante un análisis interseccional. Finalmente, el artículo abarca dos propuestas teóricas que buscan explicar las experiencias de América Latina a nivel económico y político: la Teoría de la Dependencia y el Realismo Periférico. Como consecuencia, se incentiva la producción de conocimiento en la disciplina de las RRII en base a las vivencias de los países latinoamericanos y sus respectivos colectivos subnacionales.
PALABRAS CLAVE: Relaciones Internacionales, academia, teoría, América Latina, Sur Global, colonialismo.
INTRODUCCIÓN:
La producción de conocimiento en el área de las Relaciones Internacionales (RRII) ha estado concentrada geográficamente según la distribución de poder en el sistema internacional. Smith y Tickner (2020) argumentan que las RRII no son realmente internacionales, ya que prevalece el pensamiento de los actores occidentales, especialmente de las potencias globales. Desde sus orígenes, la disciplina se ha construido en base a las vivencias y expectativas de los estados europeos y de los Estados Unidos. Por lo tanto, el saber en este campo es esencialmente eurocéntrico (además de los EEUU y Canadá) y etnocéntrico (Lorenzini y Pereyra, 2013). De esta manera, se reafirman y se perpetúan las asimetrías de poder existentes entre los distintos actores internacionales. Como consecuencia, se hace necesario “descolonizar” la disciplina (Blaney, 2020). En este sentido, es crucial que Latinoamérica realice aportes teóricos que permitan nutrir el área a partir de las experiencias de los países del Sur. Por lo tanto, este artículo tiene por objetivo reconocer la predominancia de los Estados occidentales más influyentes, tanto en la praxis de las RRII como en la academia. Se expone también la marginación de ciertos actores debido a la primacía del eurocentrismo en los estudios internacionales. Asimismo, pretende demostrar que los académicos latinoamericanos son capaces de contribuir al estudio de este campo, desafiando las asimetrías tradicionales en la producción de conocimiento.
DESARROLLO:
En primer lugar, se hace necesario reconocer que, en gran medida, el análisis de los fenómenos globales se ha realizado esencialmente desde una perspectiva europea. Según Smith y Tickner (2020), tanto a nivel intelectual como material se evidencia la dominación de las experiencias del hombre europeo blanco en el análisis de la política internacional westfaliana. Por lo tanto, los asuntos que se estudian en la disciplina responden principalmente a las “problemáticas relevantes para el Norte global” (Smith y Ticker, 2020, p. 2). Es decir, algunos conceptos básicos que se han establecido en la literatura corresponden a las áreas de interés de los países poderosos. Tickner (2003) señala que las nociones de “anarquía, soberanía, poder y el Estado” (p. 325) tienen una importancia limitada en el contexto de los países en desarrollo. Por ello, se enfatiza en los planteamientos relevantes para los países occidentales, excluyendo percepciones alternativas que puedan proponer los teóricos del Sur. Asimismo, Smith y Ticker (2020) afirman que, en cuanto a los libros de texto, los autores y las editoriales provienen principalmente de los Estados Unidos y otros países occidentales. De modo que, inevitablemente, su contenido se enfocará en la perspectiva de los Estados dominantes, tomando las lecturas del Sur como enfoques alternativos o complementarios. Adicionalmente, se evidencia que la mayoría de los textos y artículos se escriben en inglés debido al carácter anglocéntrico de la disciplina (Smith y Tickner, 2020).
De forma similar, es importante reconocer que factores como el “género, la raza, la clase, la preparación académica, la ubicación institucional y el lugar donde viven” (Smith y Tickner, 2020, p. 3) influyen en la priorización de una percepción Occidental entre los teóricos de la disciplina. Por lo tanto, autores como Lorenzini y Pereyra (2013), Santos (2018) y Smith y Tickner (2020) coinciden en la existencia de actitudes eurocentristas y etnocentristas en el campo de los estudios internacionales. En este caso, el etnocentrismo se define como “la atribución por parte de alguna sociedad —europea y/o norteamericana— de una superioridad respecto de las otras sociedades —latinoamericanas, africanas, asiáticas— y ha sido una característica constante en las ciencias sociales y en las Relaciones Internacionales” (Lorenzini y Pereyra, 2013, p. 11). Como resultado, se validan las narrativas de los grupos históricamente privilegiados y se invisibilizan las de los colectivos sistemáticamente oprimidos. Adicionalmente, Vale y Thakur (2020) afirman que “el primer acto de las RRII fue excluir” (p. 56) debido a que “la raza y el imperialismo estaban inscritos en el ADN de la disciplina” (p. 58). Consecuentemente, es importante adoptar un análisis interseccional que permita comprender la exclusión continua de grupos no privilegiados en el análisis de los fenómenos sociales, políticos y económicos a nivel internacional.
En consecuencia a lo anterior, al validar únicamente las experiencias y propuestas de los autores occidentales, se generan jerarquías y asimetrías en la producción de conocimiento de las RRII. De esta manera, se afirma que los estudios internacionales corresponden a una “construcción discursiva nacida en el seno del poder —Europa y EEUU— cuyo objetivo es perpetuar el ejercicio de la dominación sobre las zonas periféricas” (Lorenzini y Pereyra, 2013, p. 12). Por ello, se reafirma la supremacía de los preceptos occidentales sobre el resto de los países. De este modo, se concibe a la literatura occidental como central y universalizable (Smith y Tickner, 2020). Es decir, se asume que las ideas y las experiencias de un reducido grupo de países son aplicables al resto de los actores internacionales. Al considerar los postulados occidentales como la única verdad, se legitima la distribución desigual del poder y los procesos de dominación en el sistema internacional (Lorenzini y Pereyra, 2013). Consecuentemente, las voces de otras regiones del mundo son usualmente excluidas o consideradas irrelevantes para el estudio de las RRII (Smith y Tickner, 2020).
Por lo tanto, los países en desarrollo luchan por alcanzar la independencia en el campo académico. De acuerdo a Schenoni y Escudé (2016), a finales del siglo XX no había autonomía en el análisis de las RRII en los países periféricos. Generalmente, “los estudios de relaciones internacionales en la periferia se han descrito con frecuencia en términos de su adhesión a los modelos estadounidenses, así como la existencia de flujos asimétricos de conocimiento entre países centrales y periféricos” (Tickner, 2003, p. 326). La subordinación de la academia de los países del Sur a las propuestas de los países europeos ensancha las brechas de poder entre ellos. Adicionalmente, se promueve la idea de que “los países del Tercer Mundo son esencialmente intrascendentes para el funcionamiento del sistema internacional e innecesarios para comprender los procesos globales” (Tickner, 2003, p. 325). No obstante, fenómenos como la descolonización y la globalización han favorecido el surgimiento de los países en desarrollo como actores claves en las dinámicas internacionales. En este caso, por globalización se entiende, de acuerdo con Held (como se citó en Steger, 2003), un proceso donde se intensifican las relaciones sociales a nivel transcontinental que impacta la interacción y las relaciones de poder entre los actores internacionales. Como consecuencia, las regiones periféricas han intentado configurar nuevas propuestas, ya sea complementando o rechazando las lecturas tradicionales (Oyarzún, 2020). Por ello, es necesario brindar un espacio a los estudios internacionales desde perspectivas y experiencias diferentes a la narrativa convencional de Occidente.
Sin embargo, esto no significa que los aportes realizados por la tradición occidental deban ser rechazados en el análisis contemporáneo de las RRII. Por el contrario, se propone incluir de forma efectiva otras visiones que permitan enriquecer la disciplina (Santos, 2018). Es decir, es fundamental explorar las experiencias de países en vía de desarrollo contadas por autores del Sur y, así, generar conceptos y herramientas útiles para comprender sus retos en particular. En este sentido, “el objetivo de crear distancia respecto de la tradición eurocéntrica es abrir espacios analíticos para las realidades que son “sorprendentes” porque son nuevas o han sido ignoradas o invisibilizadas, es decir, consideradas no existentes por la tradición crítica eurocéntrica” (Santos, 2018, p. 26). Como resultado, se hace un llamado a “descolonizar” el conocimiento en las RRII y luchar contra la discriminación en la academia (Blaney, 2020). Se hace necesario recuperar los saberes y las historias de teóricos del Sur usualmente excluidos del análisis de los fenómenos internacionales. Esto es, reconocer la contribución de estos autores como “fuentes legítimas de conocimiento de las RRII” (Tickner y Blaney, 2012, p. 1). Por ello, surge la necesidad de descentralizar la disciplina mediante el análisis de los retos particulares que enfrentan los países en desarrollo (Tickner y Blaney, 2012). Asimismo, Oyarzún (2020) concluye que es vital “incorporar nuevas miradas, cruzar fronteras disciplinarias e integrar experiencias de sociedades y Estados diversos con el fin de lograr un diálogo real entre las distintas aproximaciones” (p. 120). De esta forma, se logra conformar una disciplina más pluralista y diversa.
Por consiguiente, Tickner y Blaney (2012) proponen que se adopte una visión global integradora, capaz de abarcar los diferentes elementos constitutivos de la política internacional, en lugar de fragmentar el análisis en distintas regiones del mundo. Como consecuencia, Tickner y Wæver (como se citó en Tickner y Blaney, 2012) argumentan que la idea de que los aportes no occidentales son diferentes o alternativos debe ser reconsiderada para fomentar la integración en el campo académico. Es decir, las lecturas que realicen los autores del Sur no deben ser separadas de las narrativas existentes, sino adecuadamente integradas al componente teórico de las RRII. Adicionalmente, si se busca consolidar la disciplina en las distintas regiones del mundo, es crucial integrar las percepciones de grupos subnacionales usualmente excluidos. Por ejemplo, Santos (2018) propone que las Epistemologías del Sur corresponden a la “producción y validación de los conocimientos anclados en las experiencias de resistencia de todos los grupos sociales que sistemáticamente han sufrido la injusticia, la opresión y la destrucción causada por el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado” (pp. 28-29). Esta visión interseccional permite no solo identifcar el grado de diversidad que existe en la disciplina, sino también combatir contra distintas formas de discriminación en la academia. Estos colectivos soslayados utilizan el saber para representar y transformar su realidad (Santos, 2018). De esta forma, las Epistemologías del Sur son una reivindicación de las luchas sociopolíticas en la producción de conocimiento en las ciencias sociales (Santos, 2018). En este sentido, la disciplina puede no sólo comprender las realidades del Sur global, sino también identificar y luchar contra la discriminación y la desigualdad.
En el caso latinoamericano, los estudios internacionales cada vez cobran más importancia en el ámbito académico. De acuerdo con Guerra et al. (2021), el estudio de las RRII aumentó debido a la coyuntura global a finales del siglo XX e inicios del siglo XXI. Los autores señalan que eventos como “el fin de la guerra fría, los procesos de integración regional, la profundización de la globalización y los atentados del 11 de septiembre de 2001” (p. 98) motivaron la expansión de la disciplina en la región. Asimismo, Oyarzún (2020) considera que el “estudio de las relaciones internacionales nace entonces fuertemente enlazado a la práctica política y a los deseos de lograr una inserción internacional exitosa” (p. 116). De esta manera, América Latina reafirma su deseo de integrarse a los debates académicos en temas internacionales, superando los obstáculos impuestos por las posturas etnocéntricas. Como consecuencia, teniendo en cuenta la posición que ocupaba la región en el sistema internacional durante este periodo, se generan debates en torno a la dependencia económica de la periferia a los países centrales desarrollados, las causas del subdesarrollo de la región, la alineación con las potencias mundiales y la búsqueda de la autonomía política.
En este sentido, los estudios internacionales en Latinoamérica han estado condicionados por las ideologías, instituciones y modelos políticos y económicos occidentales impulsados por la globalización. Inicialmente, se realizó un intento por imitar los modelos políticos liberales; sin embargo, en la región no se cuenta con los recursos necesarios para implementarlos de forma efectiva (López, 2012). A nivel económico, las consecuencias de la influencia occiental no fueron las esperadas. En lugar de promover un crecimiento equitativo y sostenido en estos países, las políticas capitalistas que favorecen los bienes industriales sobre los agrícolas y mineros han “dejado atrás a América Latina en la carrera del desarrollo” (López, 2012, p. 170). Por ello, la Teoría de la Dependencia intentó abarcar las injusticias y desigualdades resultantes del sistema económico global en las décadas de 1960 y 1970. En este sentido, López (2012) afirma que la región no se vio favorecida ni empoderada con las nuevas políticas. Por el contrario, se creó una dependencia a los países centrales con capacidad de acumular capital mediante la explotación de recursos naturales en el Sur (López, 2012). De esta manera, surgen postulados teóricos que buscan explicar la posición desventajosa en la que se encuentra la región debido a la explotación imperialista de Occidente. Así, desde la academia, se reconocen las relaciones históricas de dominación y se realizan propuestas teóricas para promover el desarrollo socioeconómico en América Latina.
Por otro lado, el estudio de las RRII en América Latina también se caracteriza por abordar sus relaciones y alianzas con los poderes globales. A nivel general, Tickner (2003) afirma que la región se encuentra bajo la esfera de influencia de los Estados Unidos a nivel “político, económico, cultural e intelectual” (p. 326) y que este hegemón también tiene la capacidad de impactar en las relaciones de América Latina con otros países. De esta manera, se evidencia el ejercicio de la dominación y, con ello, se generan discursos antiimperialistas que buscan fomentar la autonomía a nivel material e intelectual (Tickner, 2003). En este caso, autores como Schenoni y Escudé (2016) resaltan los valiosos aportes que el Realismo Periférico ha realizado a la construcción de la Teoría de las Relaciones Internacionales en América Latina. Esta propuesta presenta tres críticas a la lectura tradicional de la Teoría Realista. Escudé cuestiona la ambigüedad con la que se define el Estado a pesar de que es un concepto crucial en el realismo. Por ello, define al Estado como un país compuesto de una sociedad y un entramado institucional en particular que condiciona su política exterior (Schenoni y Escudé, 2016). En segundo lugar, Escudé argumenta que la seguridad no siempre será la prioridad del interés nacional. En cambio, afirma que el interés nacional puede estar dado por el desarrollo económico y el bienestar social de la población como en América Latina (Schenoni y Escudé, 2016). Finalmente, el autor asegura que no es correcto definir al sistema internacional como anárquico, debido a que existen profundas asimetrías de poder entre los Estados (Schenoni y Escudé, 2016). En este caso, la anarquía es entendida como la carencia de un gobierno global capaz de subordinar a las unidades del sistema internacional: los Estados. De esta manera, el Realismo Periférico cobra gran relevancia en los estudios de las RRII ya que es “una teoría inspirada en la experiencia periférica de los países latinoamericanos [que] comenzó poniendo en tela de juicio algunos postulados del Neorrealismo” (Schenoni y Escudé, 2016, p. 3).
CONCLUSIÓN:
Para concluir, es vital reconocer la dominación de los Estados poderosos tanto en el ámbito material como intelectual de las Relaciones Internacionales. Por ende, las narrativas del Sur han sido sistemáticamente excluidas debido al carácter etnocéntrico de la disciplina. No obstante, se están realizando avances orientados a la inclusión de perspectivas de otras regiones en el análisis de los fenómenos internacionales. Con la entrada del siglo XXI y las distintas transformaciones que ha experimentado el sistema internacional en este período, América Latina está produciendo conocimiento basado en sus experiencias particulares. En este caso, se están desarrollando modelos teóricos a nivel económico y político que sean capaces de analizar la posición de la región en el orden mundial. De esta manera, es necesario seguir fomentando la investigación en esta área con el fin de nutrir la disciplina y visibilizar las vivencias latinoamericanas.
REFERENCIAS:
Blaney, D. (2020). Where, when and what is IR? En Smith, K. & Tickner, A. (Eds). International Relations from the Global South: Worlds of Difference (pp. 38-55). Routledge Taylor and Francis Group.
Guerra, R., Virviescas, J., & Badillo, R. (2021). Institucionalización de las relaciones internacionales en Colombia: Aproximación a la consolidación de la disciplina. OASIS, 33, 95-123. https://doi.org/10.18601/16577558.n33.07
López, F. (2012). The Latin American nation-state and the international. En Tickner, A. & Blaney, D. (Eds). Thinking International Relations Differently (pp. 161- 180). Routledge Taylor and Francis Group.
Lorenzini, M., & Pereyra, M. (2013). Revisitando los aportes de las teorías del sir: Nexos entre teoría y praxis en Argentina y Brasil. Relaciones Internacionales, 22, 9-26. https://revistas.uam.es/relacionesinternacionales/article/view/5160
Oyarzún, L. (2020). Relaciones internacionales y América Latina: Avances y desafíos en la disciplina. OASIS , 32, 105-124. https://doi.org/https://doi.org/10.18601/16577558.n32.08
Santos, B. (2018). Construyendo las Epistemologías del Sur (Vol. 2). CLACSO.
Schenoni, L. & Escudé, C. (2016). Peripheral Realism Revisited. Revista Brasileira de Política Internacional, 59 (1), 1-18. http://dx.doi.org/10.1590/0034-7329201600102
Smith, K., & Tickner, A. (2020). Introduction: International Relations from the global South. En Smith, K. & Tickner, A. (Eds.). International Relations from the Global South: Worlds of Difference (pp. 1-14). Routledge Taylor & Francis Group.
Steger, M. (2003). Globalization: A Very Short Introduction. Oxford University Press.
Tickner, A. (2003). Hearing Latin American Voices in International Relations Studies. International Studies Perspectives, 4(4), 325-350. https://doi.org/https://doi.org/10.1111/1528-3577.404001
Tickner, A. & Blaney, D. (2012). Introduction: Thinking Difference. En Tickner, A. & Blaney, D. (Eds). Thinking International Relations Differently (pp. 1- 24). Routledge Taylor and Francis Group.
Vale, P. Thakur, V. (2020). IR and the making of the white man’s world. En Smith, K. & Tickner, A. (Eds). International Relations from the Global South: Worlds of Difference (pp. 56-73). Routledge Taylor and Francis Group.
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