Artículo “La Estrella del Norte”: ¿Por qué no ha sido posible la formulación de una política exterior feminista en Colombia?

Autora: Estefanía Ortiz Mora, Estudiante de Relaciones Internacionales y miembro del semillero APECO, Universidad del Rosario.
Las estrechas relaciones diplomáticas entre Colombia y Estados Unidos podrían limitar la implementación de una política exterior feminista colombiana.
El siguiente artículo hace parte del trabajo realizado por el Semillero de Análisis de Política Exterior Colombiana (APECO) de la Universidad del Rosario. Es producto del análisis y discusión llevados a cabo dentro de su línea de “Diplomacia Feminista”.
Al revisar un recuento histórico de las decisiones en materia de política exterior colombiana, es posible evidenciar que por periodos presidenciales esta ha pendulado, principalmente, entre la doctrina respice polum y la respice similia. El término respice polum fue acuñado por Marco Fidel Suárez para describir la forma en que Colombia orientaba su política exterior “mirando a La Estrella del Norte”, Estados Unidos. Asimismo, respice similia fue el término empleado por Suárez para describir una política exterior colombiana orientada “mirando a sus semejantes” (Drekonja, 1983). Así pues, Colombia ha contado con una política exterior presidencialista que, no obstante, en varias ocasiones le ha otorgado un papel introvertido, un low-profile, en asuntos internacionales:
La máxima del respice polum le dio así a Colombia una consistencia extraordinaria en materia de política exterior y le ahorró al país riesgos y gastos, pero de ahí se derivó el curioso perfil bajo que ha bloqueado la maximización de los intereses nacionales en el ámbito internacional. (Drekonja, 1983, p. 61).
No es posible hablar de política exterior colombiana sin hacer referencia a la fiel relación del país con el gobierno estadounidense. Durante el mandato del presidente Iván Duque se ha dado continuación a la diplomacia del respice polum que había sido fuertemente implementada por Álvaro Uribe, y que fue puesta en alto durante el periodo de Juan Manuel Santos. Por ejemplo, los encuentros del actual presidente con el mandatario estadounidense, Donald Trump, junto a su vicepresidente, Mike Pence, han tenido una agenda clara: política antidrogas y Venezuela. Por un lado, ambas administraciones han priorizado la lucha antinarcótica, siendo Estados Unidos el asesor, o más bien supervisor en jefe, de la erradicación de cultivos ilícitos y demsantelación de carteles de droga. “La Estrella del Norte” ha propuesto con insistencia en la asperción aérea, la cual había sido suspendida en el gobierno anterior, pero que Duque, escuchando a Trump, ha querido retomar. La política antidrogas de Duque es más cercana a Estados Unidos que a otros países latinoamericanos que también se encuentran estructurando estrategias de erradicación, como Bolivia y Perú. Además, los gobiernos Duque-Trump han acordado mantenerse firmes en las sanciones contra el régimen de Nicolás Maduro. “La línea más dura en Washington, encabezada por el senador Marco Rubio, considera a Duque y el uribismo como unos aliados más confiables que su predecesor Juan Manuel Santos” (Cuéllar, 2018).
El protagonismo de Estados Unidos en el panorama internacional se ha cimentado en su política de securitización y militarización en pro de una estrategia de seguridad nacional, aspectos que desde un enfoque de género en política exterior son asociados a “espacios masculinos”. Como bien lo define Ann Tickner (2003), el estudio convencional de las RRII ha sido un campo en su mayoría poblado por hombres; en Estados Unidos, las RRII han sido fuertemente influenciadas por las características del realismo, enfoque predominante en los estudios de seguridad nacional, como lo son el poder, la autonomía, la autosuficiencia, y la teoría de la elección racional. Todos estos atributos son los que se asocian al ideal de masculinidad socialmente construido. “La guerra y la seguridad nacional son áreas en las que se ha presumido que las mujeres tienen poco que decir” (p. 44). Al ser Colombia un actor internacional históricamente dependiente a Estados Unidos, resulta interesante notar que existe un distanciamiento de ambos países a lo que podría constituirse como una política exterior feminista. Siendo Estados Unidos un referente orientador para Colombia, no haber priorizado aún un efoque de género puede haber limitado a su vez la iniciativa colombiana de hacerlo.
Teniendo en cuenta la predominancia convencional de los espacios masculinos en las RRII, cabe resaltar que la política exterior estadounidense se ha enfocado en la noción de seguridad tradicional, destacándose la securitización de amenazas. Los discursos de seguridad nacional suelen converger en la idea de la capacidad de ofensa y defensa (vista desde la masculinidad). Esto ha traspasado hasta las fronteras colombianas, de forma que gran parte del carácter ideológico instituido en las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Colombia se han permeado de la percepción de amenazas potenciales a la seguridad doméstica, por ejemplo haciendo énfasis en la “lucha” contra el terrorismo y la “lucha” contra las drogas (Andrade, 2005). El periodo Bush-Uribe fue clave en este sentido, pues fueron ellos quienes acentuaron la securitización del narcotráfico y la guerrilla, y que como fue mencionado anteriormente, incluso los mandatos presidenciales actuales Trump-Duque han continuado esta idea de política antinarcóticos.
Contrario a lo masculino, hablar de una política exterior feminista significa tener en cuenta una agenda transformativa e interseccional. Es decir, la intención es redefinir las temáticas de política exterior tradicionales que han sido construidas a partir de experiencias masculinas, y añadir nuevos temas de discusión de los que también participe la mujer. Estos nuevos ejes de atención se encuentran enfocados generalmente a los derechos humanos, la cooperación internacional, los actores marginados, la integración económica y comercial, el cambio climático, el multilateralismo y la seguridad nacional en pro de la paz y la justicia. Hasta el momento, los países que se han atribuido una política exterior feminista son Suecia (2014), Noruega (2016), Canadá (2017), Francia (2019) y México (2020). Una de las más ejemplares, pionera en el tema, es la política exterior feminista sueca. Este enfoque se ha estructurado con base a tres áreas principales: 1) políticas de seguridad nacional y exterior, 2) cooperación para su desarrollo y 3) políticas de comercio y promoción, las cuales incluyen tanto intereses económicos suecos como la imagen pública de Suecia en el exterior (Thompson & Clement, 2019).
Hoy en día resulta más necesario que nunca reflexionar acerca de la posibilidad de desafiar las configuraciones tradicionales en materia de política exterior y propender por innovar en un nuevo curso orientado hacia la inclusión y participación de actores cuyos intereses han sido relegados históricamente, como mujeres, grupos sociales, comunidades raciales y étnicas, activistas, ONGs, entre otros, para que los procesos de toma de decisión realmente sean representativos y atiendan a temas de discusión que si bien son de gran importancia, no han sido considerados como tal. Hasta el momento, un modelo de enfoque de género no ha sido priorizado en la formulación de política exterior estadounidense, y al mismo tiempo, la política exterior colombiana tampoco lo ha hecho. El respice polum no ha traído, y tal vez ha limitado, la existencia de una propuesta interseccional.
Estefanía Ortiz Mora es estudiante de segundo semestre de Relaciones Internacionales en la Universidad del Rosario. Es miembro del semillero de investigación APECO, en su línea de “Diplomacia Feminista”
@diplomacia_feminista
@apeco_ur
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Bibliografía:
Andrade A., P. (2005). La política exterior de Estados Unidos:una visión desde la periferia. OASIS, (10), 129-140. ISSN: 1657-7558. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/531/53101008.pdf
Cuellar, A. (15 de septiembre de 2018). Duque, Turbay y el regreso al ‘respice polum’. En Semana. Disponible en: https://www.semana.com/opinion/articulo/duque-turbay-y-el-regreso-al-respice-polum-por-alfonso-cuellar/583158/
Drekonja, G. (1983). Formulando la política exterior colombiana. En Retos de la política exterior colombiana. Bogotá: CEREC, 59- 97.
Tickner. J. A. (2004). Feminist responses to international security studies. En Peace Review, 16:1, 43-48, doi: https://doi.org/10.1080/1040265042000210148
Ministry for Foreign Affairs - Government Offices of Sweden. (2019). Handbook Sweden´s feminist foreign policy. Disponible en: https://www.government.se/4ae557/contentassets/fc115607a4ad4bca913cd8d11c2339dc/handbook---swedens-feminist-foreign-policy.pdf
Thompson, L. & Clement, R. (2019). Defining Feminist Foreign Policy. International Center for Research on Women. Disponible en: https://www.icrw.org/wp-content/uploads/2019/11/ICRW_DefiningFeministForeignPolicy_Brief_Spanish.pdf
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