Notas de prensa, Columnas de Análisis y Opinión

Análisis “¿Un nuevo ciclo de violencia?”

Hoy la paz hace agua no solo por la acción de los grupos armados sino de un gobierno que solapadamente la está haciendo trizas.

Es dramático que la semana en que se cumplen cuatro años del Acuerdo de Paz, haya comenzado con la masacre de unos recolectores de café en Antioquia.

Y es que cada hecho de violencia nos demuestra como la incompetencia y la mezquindad del gobierno Duque está dejando morir la paz. Ahí están las cotidianas muertes de líderes sociales; los 242 excombatientes de las FARC asesinados en este cuatrienio; el aumento de acciones armadas de 192 en 2016 a 318 en 2020, a pesar de la desaparición de las FARC y el crecimiento de las masacres y las disidencias. Si bien el número de homicidios ha disminuido a nivel nacional desde 2016, está creciendo en los 170 municipios priorizados por los Planes de Desarrollo Territorial (Pdet).

La idea de construir la paz con las mujeres y los hombres de los territorios fundamentó en el gobierno Santos los (Pdet) y también al Programa Nacional de Sustituciones (PNIS), estrategias con las que en el posconflicto se avanzaría en la transformación de los municipios más castigados por la violencia, la pobreza y los cultivos ilegalizados. Pasados 4 años hay que decir que el PNIS está desfinanciado y al garete dada la obsesión del gobierno con el cancerígeno glifosato. Mientras los (Pdet) focalizados en 16 regiones entre ellas: Catatumbo, Sur de Bolívar, Arauca, Cauca o Pacifico y frontera nariñense, están estancados por la improvisación del Estado; las restricciones a la participación comunitaria agudizadas por la pandemia, mientras las decisiones se toman a puerta cerrada entre la Agencia de Renovación del Territorio (ART), las alcaldías y gobernaciones. A esto se agrega, la militarización de las Zonas Futuro que pone en riesgo a las comunidades en regiones incendiadas por el conflicto como Arauca.

Hoy la paz hace agua no solo por la acción de los grupos armados sino de un gobierno que solapadamente la está haciendo trizas. Como sociedad debemos corregir el rumbo en 2022 de lo contrario, habremos perdido una oportunidad histórica y condenado al menos a otra generación a vivir un nuevo ciclo de violencia que ya asoma en muchos territorios de la Colombia profunda.

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